Del tiempo

domingo, 30 de marzo de 2008

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La vida es fácil estos días. Transcurre a su tiempo.

Me gusta cuando el tiempo va así. Midiendo su ritmo sin que lo tengamos que restringir ni ordenar. No que se deje. El tiempo no está domesticado, como algunos animales. Nosotros nos acoplamos a él, o lo vemos pasar a su ritmo. No tiene remedio.

Hoy dejé que transcurriera sin limitarlo, sin correr tras de él, lo fui viviendo mientras avanzaba y lo disfruté. Como se disfrutan las mandarinas en diciembre o las jacarandas en abril.

Mañana, mañana tendré que correr para alcanzarlo, tengo que llegar a tiempo y tal vez no alcance a vivir cada segundo.

En cambio hoy, aunque esté por terminarse, sigo disfrutando del ritmo de este día.

24 de marzo

domingo, 23 de marzo de 2008

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"La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
- John Donne


Mañana hay una marcha en Argentina, por la memoria de los 30 mil desaparecidos a 32 años del golpe de estado.

Me rehuso a pensar en números, pienso en los individuos, pienso en los vacíos que dejaron. Pienso en las vidas perdidas, en cómo afectó a una o varias personas alrededor: madres, padres, hijos, hermanos, nietos que nunca conocieron a sus abuelos. Pienso y siento esos vacíos.

En México decimos "dos de octubre no se olvida", en recuerdo de nuestros muertos de Tlatelolco. Tampoco olvido el 24 de marzo.

Mañana a las 14:30 horas de Argentina 11:30 horas de México estaré pensando en los que se fueron y en los que los que se quedaron sin ellos.

Sin respuesta

martes, 18 de marzo de 2008

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Me preguntaste cuándo fue la última vez que hice el amor y no te supe responder. No es que no recuerde cuándo tuve sexo, eso lo sé. Pero no siempre se hace el amor, a veces se tejen hilos de cariño que te acercan a alguien, pero construir amor, recrearlo, no siempre se llega ahí.

…qué absurdo. Esa frase tan tenue, tan escurridiza: hacer el amor. No, no puedo contestar tu pregunta, no tengo la respuesta. Tal vez porque se perdió con algunas promesas, tal vez porque no quiero recordarlo, tal vez es un recuerdo muy tierno o uno demasiado lejano, tal vez simplemente porque quiero sólo tener el recuerdo del futuro y no del pasado.

Y si los caballeros no tienen memoria, no veo por qué las mujeres como yo la deberíamos tener.

Temporada de mangos

miércoles, 12 de marzo de 2008

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Tomas un tenedor especial para mango, es un tridente con el diente de en medio más largo que los dos de los extremos. Según me han dicho sólo se consiguen en México. Lo entierras en la base del hueso del mango pasando por la piel y la carne del mango. Es importante que quede estable para que no se caiga cuando lo comas.

Haces incisiones con un cuchillo a lo largo de la fruta. Quitas los pedazos de cáscara y tienes una paleta de mango.

Los primeros mangos de la temporada no son tan jugosos. La textura es fibrosa y carnosa al mismo tiempo. Los mejores y más dulces son los de manila. Nunca es fácil comerse un mango sin batirse la cara. ¿Además cuál sería el propósito?

Jugar con barro

martes, 4 de marzo de 2008

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Tomas un pedazo de barro, pella le dicen los que saben, y la empiezas a amasar. La sensación del barro fresco reanima tus sentidos. Hay que sacarle el aire, al contrario de lo que haces cuando amasas harina para pan, aquí, hay que asegurarse que no haya más burbujas.

Ya que está amasado lo pones, de un golpe, en el centro del torno. Lo prendes y con el pie empiezas a acelerar, “más rápido” dice la voz de mi maestra en la cabeza y presiono más el pie. Te humedeces las manos y presionas desde la base para subir y empezar a centrar. El barro húmedo cede a tu presión, sube, y luego lo bajas con el costado de la mano. Sigues repitiendo esta operación hasta que logras centrarlo, puedes cerrar los ojos y sentir que pasa redondo entre tus manos.

Metes el dedo gordo en el agua y luego en la superficie del barro, suave pero con certeza. Abres el barro en el centro exacto. Cualquier titubeo puede desequilibrar la pieza, dicen que el barro es como la vida. Una vez agujerado hasta la profundidad necesaria para que no quede mucho barro abajo, jalas con los cuatro dedos de la mano derecha para abrir hasta el ancho que desees. “Cuida que el piso quede perfectamente plano” dice la voz de mi otro maestro.

Ahora es momento de empezar a subir. Presionas con el dedo índice de la mano derecha la parte exterior de la pieza, detienes con el mismo dedo de la mano izquierda. El reto es subir desde la parte más baja para lograr una pieza uniforme y lograr un equilibrio entre la parte externa y la interna, como decía, igual que en la vida, hay que encontrar el equilibrio entre lo que está afuera y dentro de ti. Si lo logras obtendrás un cilindro perfecto.

Ya que tienes esta pieza perfecta, la puedes doblar con las manos para modelar de otra forma. Parece absurdo después de tantos intentos para llegar al cilindro perfecto, el que estés dispuesta a deformarlo. Y al final, sabes que la magia del barro está en darle formas no imaginadas. Un amigo ceramista cuando le dicen que tiene buena imaginación dice que en realidad es porque no tiene imaginación que hace las cosas: las necesita hacer para verlas.

Una vez terminada la forma hay que esperar que se oree. Otro día habrá que retornear la parte de abajo, y podrás dibujar en las paredes. Luego habrá que pasarlo por el horno de sancocho, dicen los que saben, que es un horno de baja temperatura. Luego podrás ponerle colores y esmaltarlo. Otra pasada por el horno, ahora de alta temperatura y terminas la transformación del barro, eso que empezó como una pella húmeda y cruda.