Lluvia

domingo, 27 de abril de 2008

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Hay un olor a humedad, dulce y limpio en el ambiente que siento desde que bajo las escaleras. La noche esta apenas fresca. La lluvia cae suave y constante, con un ritmo que me tranquiliza.

Camino bajo el techo que hacen los balcones de los edificios para no mojarme. Oigo los autos pasar por la avenida. El sonido de las llantas se siente amortiguado por el agua.

La brisa humedece mi cara y mis brazos descubiertos. Mis pasos levantan el agua y mojan mis piernas desnudas.

Camino despacio, disfrutando de la noche incipiente que promete una lluvia continua que me acompañará en mis sueños.

Hastío

sábado, 12 de abril de 2008

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de hojas en blanco,
de caminos repetidos,
de palabras vanas,
de miradas esquivas,
de huellas indelebles,
de historias conocidas,
de desvíos programados,
de ausencias anunciadas,
de espacios fugaces,
de tinta escasa,
de voces disonantes,
de sabores envolventes,
de flores caidas,
de vientos temerosos,
de sombras escurridizas,
de distancias insalvables,
de lluvias inconstantes,
de soles agobiantes,
de días cortos,
de noches demasiado largas,
de tiempos escasos.

¡¡Un premio!!

miércoles, 2 de abril de 2008

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Tomás en Hotel Otoño Primavera y Gustavo en Necesaria me otorgaron el Premio Dardo. Gracias a los dos.



Mis premiados son:

Torosalvaje
Fernando
Oscar
Rafael
Jano

¡Felicidades a todos!

Del tiempo

domingo, 30 de marzo de 2008

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La vida es fácil estos días. Transcurre a su tiempo.

Me gusta cuando el tiempo va así. Midiendo su ritmo sin que lo tengamos que restringir ni ordenar. No que se deje. El tiempo no está domesticado, como algunos animales. Nosotros nos acoplamos a él, o lo vemos pasar a su ritmo. No tiene remedio.

Hoy dejé que transcurriera sin limitarlo, sin correr tras de él, lo fui viviendo mientras avanzaba y lo disfruté. Como se disfrutan las mandarinas en diciembre o las jacarandas en abril.

Mañana, mañana tendré que correr para alcanzarlo, tengo que llegar a tiempo y tal vez no alcance a vivir cada segundo.

En cambio hoy, aunque esté por terminarse, sigo disfrutando del ritmo de este día.

24 de marzo

domingo, 23 de marzo de 2008

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"La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
- John Donne


Mañana hay una marcha en Argentina, por la memoria de los 30 mil desaparecidos a 32 años del golpe de estado.

Me rehuso a pensar en números, pienso en los individuos, pienso en los vacíos que dejaron. Pienso en las vidas perdidas, en cómo afectó a una o varias personas alrededor: madres, padres, hijos, hermanos, nietos que nunca conocieron a sus abuelos. Pienso y siento esos vacíos.

En México decimos "dos de octubre no se olvida", en recuerdo de nuestros muertos de Tlatelolco. Tampoco olvido el 24 de marzo.

Mañana a las 14:30 horas de Argentina 11:30 horas de México estaré pensando en los que se fueron y en los que los que se quedaron sin ellos.

Sin respuesta

martes, 18 de marzo de 2008

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Me preguntaste cuándo fue la última vez que hice el amor y no te supe responder. No es que no recuerde cuándo tuve sexo, eso lo sé. Pero no siempre se hace el amor, a veces se tejen hilos de cariño que te acercan a alguien, pero construir amor, recrearlo, no siempre se llega ahí.

…qué absurdo. Esa frase tan tenue, tan escurridiza: hacer el amor. No, no puedo contestar tu pregunta, no tengo la respuesta. Tal vez porque se perdió con algunas promesas, tal vez porque no quiero recordarlo, tal vez es un recuerdo muy tierno o uno demasiado lejano, tal vez simplemente porque quiero sólo tener el recuerdo del futuro y no del pasado.

Y si los caballeros no tienen memoria, no veo por qué las mujeres como yo la deberíamos tener.

Temporada de mangos

miércoles, 12 de marzo de 2008

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Tomas un tenedor especial para mango, es un tridente con el diente de en medio más largo que los dos de los extremos. Según me han dicho sólo se consiguen en México. Lo entierras en la base del hueso del mango pasando por la piel y la carne del mango. Es importante que quede estable para que no se caiga cuando lo comas.

Haces incisiones con un cuchillo a lo largo de la fruta. Quitas los pedazos de cáscara y tienes una paleta de mango.

Los primeros mangos de la temporada no son tan jugosos. La textura es fibrosa y carnosa al mismo tiempo. Los mejores y más dulces son los de manila. Nunca es fácil comerse un mango sin batirse la cara. ¿Además cuál sería el propósito?

Jugar con barro

martes, 4 de marzo de 2008

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Tomas un pedazo de barro, pella le dicen los que saben, y la empiezas a amasar. La sensación del barro fresco reanima tus sentidos. Hay que sacarle el aire, al contrario de lo que haces cuando amasas harina para pan, aquí, hay que asegurarse que no haya más burbujas.

Ya que está amasado lo pones, de un golpe, en el centro del torno. Lo prendes y con el pie empiezas a acelerar, “más rápido” dice la voz de mi maestra en la cabeza y presiono más el pie. Te humedeces las manos y presionas desde la base para subir y empezar a centrar. El barro húmedo cede a tu presión, sube, y luego lo bajas con el costado de la mano. Sigues repitiendo esta operación hasta que logras centrarlo, puedes cerrar los ojos y sentir que pasa redondo entre tus manos.

Metes el dedo gordo en el agua y luego en la superficie del barro, suave pero con certeza. Abres el barro en el centro exacto. Cualquier titubeo puede desequilibrar la pieza, dicen que el barro es como la vida. Una vez agujerado hasta la profundidad necesaria para que no quede mucho barro abajo, jalas con los cuatro dedos de la mano derecha para abrir hasta el ancho que desees. “Cuida que el piso quede perfectamente plano” dice la voz de mi otro maestro.

Ahora es momento de empezar a subir. Presionas con el dedo índice de la mano derecha la parte exterior de la pieza, detienes con el mismo dedo de la mano izquierda. El reto es subir desde la parte más baja para lograr una pieza uniforme y lograr un equilibrio entre la parte externa y la interna, como decía, igual que en la vida, hay que encontrar el equilibrio entre lo que está afuera y dentro de ti. Si lo logras obtendrás un cilindro perfecto.

Ya que tienes esta pieza perfecta, la puedes doblar con las manos para modelar de otra forma. Parece absurdo después de tantos intentos para llegar al cilindro perfecto, el que estés dispuesta a deformarlo. Y al final, sabes que la magia del barro está en darle formas no imaginadas. Un amigo ceramista cuando le dicen que tiene buena imaginación dice que en realidad es porque no tiene imaginación que hace las cosas: las necesita hacer para verlas.

Una vez terminada la forma hay que esperar que se oree. Otro día habrá que retornear la parte de abajo, y podrás dibujar en las paredes. Luego habrá que pasarlo por el horno de sancocho, dicen los que saben, que es un horno de baja temperatura. Luego podrás ponerle colores y esmaltarlo. Otra pasada por el horno, ahora de alta temperatura y terminas la transformación del barro, eso que empezó como una pella húmeda y cruda.

Lectura de mañana

viernes, 29 de febrero de 2008

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Despierta el día, y yo con él. No tengo ganas de levantarme aún. Extiendo mi brazo y tomo el libro de la mesita de noche. Hace días empecé a leer a Doris Lessing, “El cuaderno dorado”. La historia empieza con una larga conversación: primero dos amigas, luego llega el exmarido de una de ellas, por último entra el hijo de la misma.

Una conversación llena de sugerencias, de colores, de ideas. Una conversación que parece tan cotidiana y al mismo tiempo va enseñandonos la textura de las letras de la autora.

El fin de semana terminé un libro de cuentos que me regaló una muy querida amiga: “Amores que matan” de Rosa Beltrán. Me quedan dos cuentos en la mente: uno sobre grafitti en el baño, divertido, con buen sentido del humor; otro de un poeta que trata de robar a la mujer que lo seduce o de la cual se deja seducir para robarla. En este último llega a verse la capacidad de la autora de conocimiento humano, que para mí es la base de la buena literatura.

¿Qué estarás leyendo estos días? ¿Algo que me recomiendes leer?

De mañana

miércoles, 27 de febrero de 2008

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Hoy amaneció más frío que los últimos días. Lo sentí al correr por el parque. Me acompañó Serrat en el ipod, con los poemas de Miguel Hernández. El viento soplaba del sur y me encontraba cuando corría por la acera oeste. Sentí un escalofrío y me tape las manos con las mangas de la playera.

Como todos los días saludé a mi amigo el señor que registra la llegada y salida de los Ruta 100. Me deseó buen día y me dijo que me cuidara. Correr me lleva al momento en que estoy, es como una meditación en movimiento. Un pie, luego otro, mi respiración. Disfruto especialmente de la trancisión de la oscuridad a la luz de mañana. Hoy amaneció un poco gris.

Corrí de regreso a casa por las calles llenas de jacarandas en flor, lo único que me reconcilia con la primavera. Al pasar por casa de mi vecina oí las escalas que hacía con su voz. Otros días la he oido cantar arias.

Llegué a moler el café que viene de San Cristobal, ponerlo en la cafetera italiana y esperar a que mi perra con nombre de nube me avisara que estaba listo.

Cuando inician así los días sé que todo será perfecto. ¿Cómo será que inicia un buen día para ti?

Humedad

viernes, 22 de febrero de 2008

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Tengo la humedad atrapada entre mis piernas. Es la que queda de anoche en que me inundé entre tus brazos.

El día ha sido complicado, como suelen ser los jueves: reuniones, llamadas, preguntas de los analistas. Cierro los ojos un instante, pienso en tus manos recorriendo mi cuerpo, deteniéndose en los lugares que conocen y desean. Pienso en tu lengua que toma la sal de mi piel y mi entrepierna y la saborea. No puedo borrar el recuerdo de anoche, vienen imágenes cargadas de presencia, quiero más de tus manos mas de tus labios. Quiero más de ti en mí.

Suena el teléfono y me trae al momento. Contesto con monosílabos, no quiero que nada se entrometa y me desvíe de mis recuerdos. Cuando cuelgo apareces de nuevo en mi cabeza, ahí estás del otro lado de mis deseos y yo siento tu aliento en mi oreja y oigo tus palabras meterse por mis poros.

Me reconforta la rápida promesa de repetir la humedad de anoche.

El llanto silencioso de la noche

martes, 19 de febrero de 2008

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Para ti, que me lees y no me escribes, porque tus palabras llegan de todas formas.


Regresó el insomnio apenas te fuiste. Dicen que es el llanto silencioso de la noche. Yo más bien lo encuentro como la tortura de tu vacío. Estiro el brazo inútilmente, sé que hoy no te encontraré. Y sin embargo es tan fuerte tu presencia de las noches anteriores que me parece sentir la temperatura exacta de tu cuerpo y logro reconstruir tu olor a miel y humo.

Me estrechas con tu brazo izquierdo y me jalas hacia ti, tu mano cae distraidamente y se acomoda en mi seno derecho. Me murmuras “acércate más” como si nuestros cuerpos totalmente pegados pudieran estar aún más cerca. No discuto la imposibilidad y empujo mis nalgas hacia tu vientre, “¿así?” pregunto y solo siento tu suspiro en forma de respuesta.

La luz entra por una rendija donde la cortina quedó desacomodada. En la noche cambiamos de posición y ahora son tus nalgas las que están en mi vientre. Estiras tu mano en busca de la humedad entre mis piernas. Yo te busco y te encuentro ya listo. Te doy la vuelta y busco tu aliento, me lo como y te saboreo en él antes de besarte. Me penetras y el universo se transforma.

Confesiones a la luz de un café caliente

viernes, 15 de febrero de 2008

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De mí se puede decir:

… que soy neurótica, y lo soy, especialmente en lo que se refiere a la forma de preparar el café de las mañanas y al no dejar que nada lo interrumpa, mas que una plática interna o con buenos amigos.

… que me gustan los días lluviosos y fríos, pero sé disfrutar de los días soleados en la playa o el mar.

… que no me gusta levantarme temprano ni correr, pero me levanto tres o cuatro veces por semana y al regresar me siento feliz de haber corrido.

… que disfruto la soledad más que cualquier otra cosa, y sin embargo prefiero la compañía de buenos amigos especialmente si hay un buen café o algo de tinto.

… que me gusta el viento sobre todo si estoy en un velero en el Mediterráneo o el Mar de Cortés.

… que amo la literatura, las letras y las palabras, también que puedo pasar una tarde entera sin levantarme del sillón en que estoy leyendo una novela.

… que cotidianamente me cuido el peso, pero nunca dejo de comer algo que me gusta o de probar aquéllo que no he comido.

… que me gusta ver las estrellas, aunque sólo reconozca a Orion y a Polaris sin la ayuda de una guía.

De mí puedes decir que me quiero enamorar para siempre, pero que amaré (como dice un buen amigo) sólo mientras dure.

Anticipo nuestro encuentro.

miércoles, 13 de febrero de 2008

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Disfruto las caricias de tus palabras antes de poderlas sentir en mi piel.

Sonrío al traer hasta aquí tu presencia, esa que siempre queda pendiente de mí, e hilvana los planes, el horario de mi llegada. En pocos días nos veremos.

Sé que besarás mis labios suavemente cuando llegue y desearé tenerlos en mi cuello, muy cerca de la nuca. En el camino, pondrás mi dedo índice entre tus labios, lo acariciarás suavemente con tu lengua, dejando que adivine lo que sentiré cuando ésta recorra otras partes de mi cuerpo. Me desvestirás con tu mirada y luego con tus manos de artista me harás sentir en rincones que tenía olvidados. Pasaremos esa primera noche tocándonos y hablando con murmullos para no despertar al tiempo y tener una noche más larga.

Al llegar la mañana siguiente, sólo estará mi olor en tu entrepierna cuando recorra con mi lengua todo tu cuerpo.

Del insomnio y del dormir

lunes, 11 de febrero de 2008

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Me levanto y cierro la puerta de la recámara para no oír el reloj de péndulo. Siento que el tictac me persigue, no logro respirar a su ritmo; siento que me va correteando y no logro descansar.

Las campanadas las sigo oyendo: la 1, las 2, sigue aumentado el número y yo sigo despierta pero atontada. No logro tomar el libro que está en mi buró para leer, por lo menos algo en que pasar el tiempo y no en estos pensamientos desordenados. Tengo la idea que si logro seguir uno de éstos hasta el final, desaparecerá el desorden y podré dormir.

No lo logro, todos las ideas se escabullen cuando trato de seguirlas, ¿o será que mi concentración no es buena a esta hora de la madrugada?

Trato de imaginarme en otra cama, alguna en la que he estado u otra en la que podría estar. Siento la profundida con la que me hundo, el tacto de las sábanas, veo la luz que entra en la habitación, oigo la respiración a mi lado o un ronquido. Estiro la mano en busca de alguno de ellos, me acurruco buscando la piel desnuda.

La noche se llena de sueños con un amante que aún desconozco, que siento a mi lado. Por fin logro descansar. Me despiertan las campanadas de las 7, me regresan a la realidad de la cama en el suelo.

De nombres que saben a chocolate

domingo, 10 de febrero de 2008

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“Por las noches, después de despedirnos, Rex pone mi nombre debajo de su lengua. Alli lo guarda y paladea, como si fuera un chocolate.” –Rosa Beltrán

Juego poniendo varios nombres debajo de mi lengua, ninguno se acomoda, ninguno se derrite como chocolate. Pienso que se me escapa el nombre que se puede deslizar fácilmente, aquél que cabe en el fondo del paladar sin lastimar las encías ni sentir que flota. Pienso otros nombres, les doy la vuelta con la lengua, los meto debajo de ella. Espero a que se derritan, ninguno libera su dulzor suavemente. Algunos se derriten rápido, como si estuvieran bajo el sol, otros permanecen enteros, inalterados. Sigo jugando con nombres, algunos saben a naranja, otros a menta o a café. Algunos tengo que masticarlos para sacarles el sabor.

Me pregunto si sabes colocar mi nombre en el fondo de tu paladar y saborearlo. O tal vez en la parte de atrás de la boca. Me pregunto si lo pronuncias sin prisa, si te detienes en cada letra y si sacas todo el sabor que tiene. Me gustaría saber que puede endulzar tu boca lentamente y que vuelves a empezar desde el principio cada noche.

A manera de inicio

viernes, 8 de febrero de 2008

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“Es hora de irme de este espacio que compartimos. No quiero seguir viviendo entre estas paredes que retienen risas y gemidos por igual” le dije, abrí la puerta y antes de cerrarla añadí “no vengas tras de mi”. Tal vez esto último no lo dije. Hubiera querido ser más dramática y definitva, articular algo como Sabina “este nunca no esconde un ojalá”. No hubo más palabras, tuvo que bastar con la actitud.

Es así como llegué a este sitio que he ido haciendo mío. Me gustan los espacios vacíos, sentir que los voy reclamando poco a poco. Me gusta el colchón en el piso, el único cuadro en una de las paredes de la estancia, y sólo tres tazas y dos platos en la cocina.

Lo único que traje conmigo son mis libros. Algunos aún están en cajas, aunque la mayor parte las he ido abriendo, siento que se asfixian. O soy yo la que muero sin tenerlos a la mano.

Recuerdo que una vez vi la foto de una recámara en una revista de diseño de interiores y pensé esa es la recámara que yo quiero: la cama rodeada de libros. Ahora es la habitación en que vivo: los libros se han ido apilando en montones de 3 ó 5, algunos en pilas más altas, y un día decidí mover el colchón al centro de la habitación.

Los fines de semana paso la mayor parte del tiempo en leer o ir al cine. Estos días he decidido sólo ver a la gente que me apetece, olvidarme de compromisos y obligaciones. En las noches me gusta pasar largos ratos con la luz apagada, viendo como entran las luces de afuera y forman figuras o asomándome a la calle desde el balcón.

El otro día me compré un caleidoscopio en el tianguis. No es de los que tienen figuritas de colores, sino tiene una esfera de vidrio y através de ésta se ven los objetos multiplicados y fraccionados. Me gusta usarlo para ver a hacia la calle. Hoy mientras jugaba con él, vi que me miraban del edificio de enfrente. Era un hombre joven, con cabello hasta los hombros, usaba lentes. Sé que me vio verlo y no se perturbó. Me gusta que me sostengan la vista aunque sea a distancia.