Para ti, que me lees y no me escribes, porque tus palabras llegan de todas formas.
Regresó el insomnio apenas te fuiste. Dicen que es el llanto silencioso de la noche. Yo más bien lo encuentro como la tortura de tu vacío. Estiro el brazo inútilmente, sé que hoy no te encontraré. Y sin embargo es tan fuerte tu presencia de las noches anteriores que me parece sentir la temperatura exacta de tu cuerpo y logro reconstruir tu olor a miel y humo.
Me estrechas con tu brazo izquierdo y me jalas hacia ti, tu mano cae distraidamente y se acomoda en mi seno derecho. Me murmuras “acércate más” como si nuestros cuerpos totalmente pegados pudieran estar aún más cerca. No discuto la imposibilidad y empujo mis nalgas hacia tu vientre, “¿así?” pregunto y solo siento tu suspiro en forma de respuesta.
La luz entra por una rendija donde la cortina quedó desacomodada. En la noche cambiamos de posición y ahora son tus nalgas las que están en mi vientre. Estiras tu mano en busca de la humedad entre mis piernas. Yo te busco y te encuentro ya listo. Te doy la vuelta y busco tu aliento, me lo como y te saboreo en él antes de besarte. Me penetras y el universo se transforma.
6 comentarios:
Hace honor al nombre de tu blog este texto.
Quizás hasta lo sobrepase.
Un beso.
Me gustó hasta el título.
Fantástico.
Besos.
LLego como pájaro a su nido y me conforto en un oásis de lindas sensaciones.
Besos para tu alma.
Ah... asì somos todas, cierto, recordàndolo a èl entre llamadas telefónicas, compras al supermercado, conversaciones serias, reuniones importantes, en fin siempre hasta que llegue el momento de volver a estar con èl
qué suerte tienen algunos, qué sensación
un abrazo
Tomás:
Bienvenido. Me da gusto que andes por aqui.
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